
¿Cómo cambiará el trabajo?
Es evidente que el mundo no será el mismo después del Covid-19. Los ciudadanos no seremos los mismos y, como en IntegraRSE aseguramos, las formas de trabajo no serán las mismas. IntegraRSE abrió espacios de conversación virtual para visualizar el futuro que podemos crear ahora para abrir los ojos a una nueva visión de Responsabilidad Social. Comparto aquí las reflexiones sobre las nuevas formas de trabajo que se discutieron, segundo tema de 4 que analizaremos.
El gran cambio laboral es que una parte importante de la fuerza laboral corporativa –el godinato para fines prácticos– se encuentra experimentando con una modalidad que muy pocas empresas habían aceptado de forma generalizada anteriormente: el home office o teletrabajo.
Es importante analizar hoy lo que implica trabajar desde casa para que, cuando tengamos una nueva normalidad, podamos incorporar las cosas buenas y tener claro cómo evitar las malas consecuencias del home office. Empecemos por dejar muy en claro que trabajar desde casa no significa solamente trabajar como antes desde otro espacio físico; necesitamos reconocer que los trabajadores no son máquinas, son humanos y hoy más que nunca verlos insertos en su ambiente familiar nos recuerda que más allá de una función o trabajo, son entes con vidas independientes y multifacéticas que en estos momentos están íntimamente entrelazadas.
Las graciosas imágenes del colaborador que va al baño, el perro ladrando en el fondo o de los hijos apareciendo a mitad de una junta no hacen más que recordar justamente las implicaciones de trabajar desde casa, positivas y negativas. Existen muchos factores de distracción que nos cuestionan ¿realmente sabemos hacer un balance trabajo-familia? porque cuando tienes junta con tu jefe y un bebé gritando por comida al mismo tiempo pareciera que ese equilibrio es imposible. Eso es lo que las nuevas empresas responsables tendrán que entender en el futuro, modificar sus dinámicas de trabajo para permitir auténticamente una calidad de vida del colaborador, que le permita ser un buen miembro de familia y ser un buen empleado.
Comentaba recientemente una madre soltera “mi jefe ya se dio cuenta que ahora rindo mucho menos y me preocupa que me quiera dar más tiempo con mi hijo, pero me reduzca el sueldo” y ese es claro ejemplo de la mala percepción que tenemos del humano trabajador, que no es una máquina y que en estos momentos se enfrenta con crisis laborales y familiares y emocionales que sin duda necesitamos atender.
Es imperioso también dar espacio para expresar nuestras emociones, más allá de la norma 035 aprobada recientemente. El burnout no solamente ocurre por un exceso de trabajo profesional, sino familiar también, ¿estamos preparados para crear espacios sanos de trabajo que contemplen las otras facetas de los colaboradores?
Otra realidad a tener en cuenta es que la tecnología, así como nos acerca, nos aleja. Nos permite trabajar remotamente, nos permite continuar operando, pero también nos aleja del descanso y de los seres queridos. Es importante que las empresas entiendan que a partir de ahora la tecnología es una herramienta, pero no un grillete: las llamadas fuera de horarios laborales, las altas expectativas de respuesta, la diversidad de medios de comunicación, el uso excesivo de herramientas tecnológicas, todo eso va en detrimento de la calidad de vida.
Si bien esta crisis nos obligó a irnos “con lo que traíamos puesto” a nuestras casas, el futuro que esperamos tener en el que estas prácticas se normalicen irremediablemente nos pregunta: ¿estamos seguros de que la responsabilidad de esta tecnología está bien definida? Porque ahora los colaboradores deben asegurar que tienen la potencia de internet, el pago de la luz, el espacio físico adecuado, el celular con crédito… ¿y el costo de hacerlo también sale de su sueldo? O deberá ser una responsabilidad compartida empleado/empleador para que las condiciones técnicas y físicas sean adecuadas.
Las nuevas formas de trabajo deben empoderar al colaborador, asegurarse de que éste tenga las capacidades personales, técnicas y tecnológicas para establecer objetivos y poner fechas límite para alcanzarlos. El colaborador también debe tener una disciplina –como sea que ésta sea– para poder conseguirlos. Tal vez el antiguo horario 9 a 18 horas ya no nos es útil, tal vez éste es buen momento para migrar a horarios flexibles que favorezcan el balance del que hablamos, pero eso requiere un compromiso individual con estándares de calidad en el trabajo y definir dinámicas de relación con compañeros y supervisores que permitan fluir en el trabajo y no estar constantemente en juntas de revisión, llamadas de seguimiento y reuniones innecesarias.
No cabe duda de que urgen nuevas formas de medir la productividad para entender que sí, hay quien trabaja mejor en las mañanas en pijama y hay quienes requieren salir de su casa, hay quienes ahora disfrutan de ver a sus hijos despiertos y por tanto prefieren trabajar en las tardes. Las dinámicas de trabajo se multiplicaron tanto como el número de empleados en una empresa y ese reto es el que las nuevas empresas responsables deben de tener claro para poder aprovechar esta oportunidad de cambio.
En resumen, ¿estamos listos para manejar eficientemente nuestro tiempo? Para tener juntas más efectivas, para respetar horarios familiares, para elegir correctamente lo que merece ser un mail o una reunión de equipo, para distribuir equitativamente las tareas familiares y no usar el horario de trabajo como una excusa para la desigualdad de género.
Mucho se ha hablado desde la Responsabilidad Social sobre los entornos laborales, esta crisis nos demuestra que las soluciones que teníamos sólo son sostenibles en el corto plazo, ¿cómo adaptarlas para el largo? No es deseable un home office 24/7, tampoco favorece la identificación con la cultura organizacional, pero puede ser una oportunidad para entender el valor del “segundo turno” de la mayoría de las mujeres en el hogar y disminuir estas brechas que van mucho más allá del ambiente laboral.
Nadie pensó que fuéramos a terminar el año de esta manera, pero es momento de plantearnos si queremos empezar un nuevo ciclo en el entorno laboral adaptando estas nuevas modalidades para el largo plazo. Ya hay empresas cerrando oficinas físicas y colaboradores revalorando el tiempo que pasan en casa, ¿cómo deseamos evolucionar como sistema económico? Ahora más que nunca la Responsabilidad Social dejó de ser algo que pasa en la empresa para hacer algo que hace a la empresa. Sin una visión responsable nuestra economía tiene muy poco futuro.
Por Odile Cortés, Directora de Operaciones de IntegraRSE, consultora en responsabilidad social.